POR BARIAY, BAHÍA FREYRENSE, COMENZÓ LA HISTORIA DE CUBA. DESPUÉS DEL ENCUENTRO ENTRE LAS CULTURAS ABORIGEN E HISPANA EL 28 DE OCTUBRE DE 1492, MUCHAS PÁGINAS DE GLORIA SE HAN ESCRITO EN ESTE TERRITORIO QUE HOY LLEVA EL NOMBRE DE UNO DE SUS MÁS ILUSTRES HIJOS.
En Bariay están las huellas de nuestro pasado precolombino. Los freyrenses profesamos amor y respeto hacia esos aborígenes, los verdaderos descubridores. En 1492, cuando Cristóbal Colón arribó a este puerto al que denominó San Salvador, se encontraron dos culturas: la hispana y la aborigen.
En 1941, con la anuencia de la Santa Lucía Company, el Grupo Humboldt de la Sociedad de Geografía e Historia de Oriente, confirmó a Bariay como el lugar del hecho y se construyó un monumento en Playa Blanca. Entre 1969 y 1979, el destacado geógrafo cubano Antonio Núñez Jiménez, halló evidencias y arribó a la misma conclusión. Luego de años de investigaciones, en 1992, el equipo de trabajo del Dr. José Manuel Guarch, encontró la aldea aborigen de pescadores descrita por Colón en Punta del Gato.
El 27 de enero de 1990, la Comisión Nacional de Monumentos, declaró la bahía de Bariay y su entorno natural como Monumento Nacional. El conjunto escultórico conmemorativo del medio milenio del encuentro mutuo, se inauguró el 28 de octubre de 1992, aniversario 500 de la llegada del Almirante a estas costas.
En 1752 el territorio, antes adscrito a la villa de San Salvador de Bayamo, pasó a la jurisdicción de Holguín, creada en ese año. En 1700 se produjo la ocupación clandestina de las tierras de Bariay, cuya posesión se reconoció oficialmente en 1737. La hacienda de Potrerillo se fundó en 1730, la de Cayaguaní en 1738, y en un momento aún sin precisar, dentro de esa etapa, se estableció la de Fray Benito.
A principios de los años ’30 del siglo XIX se fundó el ingenio Santo Tomás, provisto de máquina de vapor y el primero en emplearla en la hoy provincia de Holguín.
El norteamericano Samuel Clark estableció hacia 1823 un primitivo trapiche movido por fuerza animal en la hacienda de Santa Cruz, de Guabajaney. Esta pequeña fábrica recibió el nombre de Santa Lucía. En 1835 Warren Gookin y Guillermo Secundino Sánchez compraron las haciendas de Guabajaney y Bariay. Adquirieron también el ingenio que molió con máquina de vapor desde antes de 1843. En la hacienda de Guabajaney y en el establecimiento y primera evolución de este ingenio, se encuentran los antecedentes del pueblo de Santa Lucía, cabecera del municipio de “Rafael Freyre”.
Según la autorizada opinión del historiador Manuel Moreno Fraginals, a fines del siglo XIX Santa Lucia llegó a ser uno de los mayores centrales del mundo.
Los años de lucha contra el dominio español para obtener la independencia de Cuba se vivieron con intensidad en el territorio. Vecinos de la localidad se incorporaron a las huestes mambisas y participaron en numerosas acciones combativas en esta comarca. El 10 de octubre de 1878, depuso las armas en el juzgado de Fray Benito, Modesto Fornaris Ochoa, el último oficial mambí que permanecía en el campo insurrecto en la jurisdicción de Holguín.
Al iniciarse la nueva etapa de la lucha armada para obtener la independencia, en 1895, muchos pobladores de este territorio se incorporaron al Ejército Libertador. El 2 de junio de 1895, Antonio Maceo, al frente de una nutrida tropa, entró en el pueblo de Santa Lucía. Más tarde continuó la marcha hacia Fray Benito, y lo ocupó por algunas horas.
La localidad fue centro de operaciones de luchadores como Felipe Fuentes, Antonio Guiteras Holmes, Jesús Menéndez, Lázaro Peña, Juan Marinello y Ursinio Rojas, quienes visitaron el central y sus colonias.
Un santaluceño, Ernesto Tizol Aguilera, intervino en el asalto al Cuartel Moncada. Otro hijo de esta tierra, Rafael Freyre Torres, participó en el ataque al cuartel de Bayamo y fue asesinado por la tiranía. En 1956 fue asesinado el máximo líder del Movimiento 26 de Julio en Holguín, Pedro Díaz Coello, en la zona de Corralito. La lucha no se detuvo y en 1957 se fundaron las primeras células del Movimiento.
Finalizando el año 1958 el teniente Padrón, último jefe militar de la tiranía en la zona, abandonó el cuartel de la Guardia Rural. Casi de inmediato, un grupo rebeldes que operaba entre Santa Lucía y Fray Benito ocupó el cuartel. Así, el 25 de diciembre de 1958, triunfaba la Revolución Cubana en el territorio freyrense.
En 1960 se produce la nacionalización del central “Santa Lucía”. La primera medida fue cambiarle el nombre por el de Rafael Freyre, el cual también tomó el municipio en 1976 con la nueva división político-administrativa.
Los años ’60 muestran acontecimientos que evidencian el grado de conciencia alcanzado por los freyrenses, como su participación en Playa Girón y la lucha contra bandidos en el Escambray, así como en las misiones internacionalistas en África.
La presencia de Fidel y Raúl ha dejado una huella en sus habitantes y forman parte de su historia. El 27 de enero 1970 el municipio tuvo la visita del Comandante en Jefe. Transcurría la zafra de los 10 millones y el central tenía excelentes resultados en el cumplimiento de los planes de producción. Le causó tal admiración el logro de la tarea diaria a la misma hora y con eficiencia, que lo catalogó como el “Central Reloj”. Luego, el 7 de mayo de 1996, fue hasta los campos de la UBPC “Carlos Noris” para constatar el corte de caña de estas máquinas que calificó como una innovación revolucionaria que produciría grandes beneficios al país.
El 9 de junio 2001, se desarrolla la tribuna antiimperialista en Santa Lucía, con la presencia de Raúl Castro Ruz. El 4 de septiembre de 2002 visita al Grupo de Turismo Gaviota S. A Oriente. Realizó un recorrido además por el ya terminado Parque Monumento Nacional Bariay, el museo de sitio y la réplica de la aldea taína.
El 21 de enero del 2003, Fidel inauguró el hotel Pesquero 3. Allí expresó: “Con gran optimismo y seguridad en el brillante futuro económico del país inauguramos hoy este hotel y este polo turístico para un futuro de paz, de salud y seguridad”, frase que identifica el turismo revolucionario desde entonces.
Los freyrenses hemos vivido 60 años en Revolución. Gracias a ella dejamos de ser un pequeño pueblo comunicado por caminos vecinales con la región de Gibara para ser un municipio autónomo y próspero. Actualmente se avanza en la consecución de nuevos proyectos económicos y sociales que consolidan el amor por la tierra que sirvió de encuentro a la cultura del viejo y el nuevo mundo.
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